Manifiesto de la Asamblea Octubre Trans Bcn:
Un año más salimos a la calle para reventar el sistema de género y el orden patriarcal. Un año más queremos poner en el centro del debate social la realidad que vivimos cada día aquellos cuerpos que incumplimos las normas del género o transgredimos la sexualidad hegemónica. Desde el transfeminismo entendemos el género en símismo como un mecanismo de control social, una categoría que genera violencias, que refuerza el binomio hombre-mujer y la familia nuclear, castigando y dejando en los márgenes aquellas formas de pensar, sentir y actuar que no se corresponden con la normalidad genérica y sexual.
Apostamos por hablar de violencias de género en un sentido amplio, poniendo en el centro la violencia ejercida sobre las mujeres y sobre todas aquellas que no encajamos en el sistema de género; contemplando a la vez la diferenciación sexual como violenta en sí misma. La transfobia es otra violencia de género.
Entendemos el género como un sistema que se sirve de estrategias como la patologización de la diferencia, la regulación del acceso al propio cuerpo (aborto, anticonceptivos, hormonas, embarazo, parto, etc.) o de la heterosexualidad obligatoria como institución para mantener el orden social establecido.
La patologización de la transexualidad no tiene sentido sin los patrones sexistas de un sistema dicotómico y heteropatriarcal, de un sistema de género basado en la reproducción de una serie de roles y estereotipos que son totalmente jerárquicos y que sirven para perpetuar determinadas desigualdades sociales, principalmente la asimetría entre hombres y mujeres. De la misma forma, todas las penalizaciones que son aplicadas cotidianamente sobre los cuerpos que no encajan en los binomios hombre/mujer, hetero/homo, deseable/indeseable. Todas y cada una de las acciones punitivas y censoras por las cuales se nos obliga a comportarnos conforme a las normas de género socialmente impuestas. Cada vez que se impone un modelo de masculinidad y feminidad o que se nos castiga por romperlo: se trata de una forma más de violencia heteropatriarcal.
Exigimos la eliminación de todas estas violencias en todos los ámbitos: médico, legislativo, laboral, en la educación, en los medios de comunicación, en la calle, en las actitudes y en la vida privada.
Defendemos la eliminación de la transexualidad de los manuales de enfermedades mentales (DSM-V y CIE-11). Exigimos la eliminación del requisito de diagnóstico de “disforia de género” para el cambio registral de nombre y sexo así como el acceso a ese cambio y a los servicios sociosanitarios para las personas migrantes. Defendemos el derecho de lxs menores de edad a decidir autónomamente sobre sus identidades y sus cuerpos sin la intervención tutelante de sus padres o del Estado.
No aceptamos ninguna intervención en salud que considere la transexualidad, el transgenerismo y/o los cuerpos intersex como realidades a erradicar. Nombramos la transfobia como el problema y denunciamos la complicidad del sistema médico actual cada vez que confunde nuestra diversidad con un asunto psiquiátrico. Reclamamos el apoyo psicológico como una opción libremente escogida por la persona, cuyo ejercicio debe garantizarse en el absoluto respeto a nuestra dignidad. Nombramos la patologización como uno de los factores que la socavan. Proclamamos nuestra autonomía para decidir si queremos o no introducir cambios en nuestros cuerpos, y nuestra libertad para escogerlos más allá de las ideas estereotipadas de hombre y mujer que todavía hoy mantienen lxs profesionales médicxs.
Reclamamos la libertad de todas las personas que lo desean a no identificarse ni como hombre ni como mujer. Consideramos que no debe ser obligatoria la mención de sexo en los documentos oficiales y exigimos la eliminación de los protocolos médicos de normalización binaria para personas intersex. Por supuesto, que se garanticen las libertades sexuales y reproductivas de las personas trans, de las mujeres lesbianas y de las personas solas.
Queremos que desaparezcan del DSM las conductas sexuales no normativas, clasificadas como parafilias, como el fetichismo, el sadomaso, el bondage, el sexo grupal, la ninfomanía, etc. Las relaciones sexuales de mutuo acuerdo entre personas conscientes no deben ser carne de la institución médica patologizadora con sus errores y horrores a lo largo de la historia. Hartas de ser la fachada detrás de la cual se oculta una sociedad patológica de consumo, de egoísmo, de heterocentrismo, de verticalidad, de control, de competitividad, de religión y de mercado: para nosotras, la patología es una construcción social y un mecanismo de control. ¡La patología la lleváis vosotros!
Rechazamos también la crueldad del capitalismo, de este sistema económico y político que intensifica la discriminación expulsando del mercado laboral a las personas trans, a las mujeres, bolleras, maricas, queer, etc.
Defendemos el reconocimiento de derechos laborales y sociales para las trabajadoras sexuales, y la regularización de las personas migrantes que se dedican al trabajo sexual. Combatimos cualquier forma de abuso, violencia o explotación laboral asociada al trabajo sexual o a cualquier forma de trabajo.
Exigimos el fin del acoso policial y social a la trabajadoras sexuales y la derogación de cualquier ordenanza cívica que pretenda regular nuestro comportamiento en el espacio público en base a una idea conservadora y rancia de lo que son las “buenas costumbres”, eso que ellos llaman “civismo” y que contiene en realidad un afán de limpieza social y criminalización de la pobreza.
Reclamamos que se respete la libertad de las personas a migrar y que se facilite el asilo por motivos de género y sexualidad, así como la abolición de los CIEs (Centros de Internamiento de Extranjerxs) y otros centros de encierro, como centros de menores, cárceles, etc. y denunciamos los abusos que se producen con las personas transexuales, transgénero e intersex internadas en los mismos.
Denunciamos la representación estereotipada, tendenciosa y reduccionista que se hace desde la “cultura” y los medios de comunicación de las personas trans y con géneros y sexualidades no normativas. Denunciamos la visión que reduce los cuerpos trans a objetos de explotación sexual.
Demandamos un sistema educativo que contenga una educación en género y sexualidad integral, feminista y plural. Exigimos medidas efectivas para evitar el machismo y el acoso transfóbico, lesbofóbico y homofóbico en los centros educativos.
Porque lo personal es político reclamamos el derecho a una sexualidad y una afectividad pública libre que no se articule en términos de desigualdades, estereotipos, exclusividades, jerarquías, prohibiciones, secretos y tabúes, que no esté condenada a la intimidad, la privacidad y la invisibilidad.
Ninguna institución (ni la Iglesia, ni la ciencia, ni el Estado, ni el Mercado) debe seguir teniendo poder sobre la vida de las personas, sobre nuestras relaciones afectivas, sexuales y amorosas, sobre nuestra vida reproductiva, sobre nuestras decisiones corporales y nuestras formas de organización.
Defendemos la pluralidad de formas de relación que exceden el modelo normativo de monogamia y familia nuclear. Denunciamos los privilegios exclusivos a los que se accede a través del matrimonio y nos negamos a toda forma de institucionalización de nuestras relaciones afectivas.
Porque las utopías cuando se creen y se viven empiezan a existir, seguiremos como hasta ahora: creando discursos y prácticas alternativas al sistema de género y capitalista, transformando con nuestras ideas y nuestras formas de relación, generando deseos con nuestros cuerpos y cuerpos con nuestros deseos.
¡Nos vemos en las calles!
¡CONTRA LA PATOLOGIZACIÓN DE LAS IDENTIDADES, LA AUTOGESTIÓN DE LOS CUERPOS Y LOS DESEOS!
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