9 abr 2012

Máquina del tiempo

Un par de días en málaga. Siento como si me hubiese metido en una máquina del tiempo y hubiera retrocedido 4-5 años. Todo sigue prácticamente igual. Pasan los años, las personas se echan novix, pero siguen yendo a los mismos sitios. El mismo bar. La misma rutina: beber y emborracharse. En medio de todo esto, yo, callad*, sin saber qué decir y observando como han pasado los años.
Entre este tumulto de estímulos noto que una persona me trata como tío. Da igual como me llame, o nombre, pero su actitud hacia mí es otra. Me doy cuenta de que el lenguaje es una estupidez, que es esto lo que realmente importa en muchas ocasiones.

En muchas ocasiones dices (o te preguntan) si prefieres que te hablen en femenino, masculino o neutro. Puede que cambien eso, pero su actitud hacia ti no cambia. Y no me refiero en el sentido de tío frío y masculino, sino de que en su cabeza sigues siendo una niña, una tía, y se nota. No soy un tío, soy trans. Me encantan mis actitudes femeninas y masculinas; mi pluma bollo y mi pluma marica; mi androginia, y el dejar a la gente pensando qué seré; mi pluma trans (esta la acabo de crear jajaja).
Me sorprendió que fuese justamente él quien me tratase de tío a tío. No es de los amigos del instituto (aunque fuese al mismo, solo que un par de clases por debajo). Es al que menos conozco y, sin embargo, fue el que me hizo sentir más a gusto.

En Málaga (bueno, en cualquier grupo normativo de cualquier ciudad española), los tíos se saludan dándose la mano y si hay una tía de por medio dos besos. Da igual la confianza que haya entre esas personas. Heteronormatividad al poder. Cuando me despidió, me preguntó que prefería, y me dio la mano.



Tengo un problema con esta canción desde hace un par (alemán) de días. No puedo para de escucharla.